30 abril 2006


EL CERRO DE LA PLATA.
(DEDICADO A PADILLA)

Como cada domingo él iba detrás. Serio, callado, vigilando mis movimientos. Nos esperaba una vez mas el Cerro de la Plata para ver desfilar los largos trenes de viajeros. En ese montículo se apreciaba la grandeza de las locomotoras de carbón. Pasaban con el regulador abierto a tope, soltando chorros de vapor y un gran penacho de humo gris antes de acometer la rampa de Vallecas – El Pozo. Allí, mi padre parecia recobrar algo que hacía que sus ojos brillaran de forma diferente. Hasta podría asegurar que sonreía de vez en cuando.
Al regresar a casa él iba detrás y yo me volvía de cuando en cuando para comprobar que me seguía. Él, observaba la polvareda que levantaban mis pies cual máquina de tren, al compás del resoplido de mis inflados carrillos. Pero no me regañaba.Antes de entrar en casa, me limpiaba los zapatos para que mi madre no se enfadara.

No hay comentarios: