01 mayo 2006




EL EXPRESO RÍAS BAIXAS.


En el anden nº1 de Príncipe Pío está situada una larga composición de coches cama, todos con su característico color azul, escudo dorado de la CIWL, y su peculiar suspensión de bogies Pensylvania. Barandillas y pasamanos cromados en oro, relucientes por el efecto de la gamuza impregnada de Netol. Un empleado de uniforme me invita a subir al vagón para acompañarme a mi departamento. Espacioso, con su decoración de marquetería a base de dibujos taraceados y múltiples detalles para dar mayor confort al viajero.Mi primer impulso, nada más colocar lo imprescindible, ha sido pedir una plaza para el primer turno de cenas en el coche restaurante. Se despide el empleado de la Compañía no sin antes recordarme qué a mi aviso convertirá el mullido sillón en una confortable cama.
El coche restaurante está aún vacío, es otro Pullman fabricado en Birmingan en 1928. Elijo mesa y espero el comienzo de la cena. Miéntras, observo el desfile de luces próximas y lejanas que me anuncian la lenta salida de Madrid. Se ha llenado el salón, las mesas delicadamente compuestas empiezan a descolocarse. Llega la bebida, Viña Ardanza como siempre, paga la empresa. De menú: Coctail de gambas, salmón, entrecote de buey, fruta variada y surtido de quesos. Soy presa de un gran apetito ante la perspectiva de una cena y ambiente distendido, sin prisas. He reservado un poco de pan y vino para degustar un trozo de cada variedad de queso. Después vendrá el Ducados más corto y placentero del día. De vuelta a mi departamento encuentro la cama ya preparada, con los retoques más propios de una madre. El empleado no ha esperado a que se lo pida. Cuando me ve entrar se acerca y me pregunta sobre la hora que deseo ser despertado. Una vez en pijama me preparo para ver la película que se presenta ante mis ojos. Apago las luces y me recuesto al lado de la ventana para observar el exterior. Hay luna llena, se ve como si fuese de día. En Avila aún no siento sueño, enciendo otro cigarro y espero que la visión de la llanura castellana lo consiga. Al cabo de un rato me meto en la cama. El traqueteo de rueda contra carril y la luz azul de emergencia me han devuelto el sueño.Despierto en Monforte Lemos, todavía queda mucho trayecto. Es momento de desayunar y ver amanecer.

Mi empresa sigue sin entender por qué no me voy en avión.

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