03 junio 2010










EL MURO.


Querido padre: Me he sentado en lo alto de la escombrera, para vernos pasar junto a las vías del tren. Yo de tu mano, distraído, despreocupado. Tú, ensimismado, como siempre. Así un domingo tras otro, en ese camino de fantasías acurrucados por un entorno de acero y humo.

Un día deje de acompañarte y un muro infranqueable nos separó. Así hasta que la muerte vino a buscarte y me distes el testigo de algo que no alcancé a comprender.

¿Sabes?. Tu nieto ya no me sigue a todas partes. Se hace mayor. Me las tendré que ingeniar sin su apasionante compañía.

Me preocupa que todo lo que quisiste ser y no fuiste, sea lo mismo que yo quise ser y no he sido. ¿Es ese el muro? Tengo mucho miedo de que el testigo se llame “soledad".

3 comentarios:

alegoria dijo...

Los trenes siempre tienen misterios , historias que viajan junto a sus pasajeros...pero lo que para unos son misterios para otro pueden ser certezas. Todo depende de quien obseve , de quien sienta.
Las fotos son una pasada.

Carmen Alcázar dijo...

Hoy buceando en tu blog me ha llamado la atención la etiqueta de "relatos". Me ha encantao!! Sobre todo este post: bien escrito, sensible, con dosis de realismo y con un sentimiento mundano q nos pasa a todos por la cabeza alguna vez. Enhorabuena, Juan.

Un abrazo,

Carmen Alcázar

Juan Leante dijo...

Qué sorpresa tan agradable verte por aquí. Me llena de alegría saber que te gustó este relato. No hace mucho que leía un comentario tuyo sobre el texto, lleno de recuerdos, que colgó tu padre y sentí ese gusto dulce, al ver la fuerza de tus palabras y el cariño que rezumaban.
Gracias de nuevo Carmen por pasarte un ratito por mis letras.