Hace algunos días que presentía que este libro no iba a acabarlo y así ha sido, no leo ni una página más. Además, no merece volver a la estantería. Pensé tirarlo al contenedor de papel pero finalmente decidí arrojarlo por la ventanilla del coche a la acera mientras esperaba a mi hijo a que saliera del instituto. Me serviría de entretenimiento para ver la reacción de la gente y de paso darle otra oportunidad.
Cayó al suelo mostrando la contraportada, junto al murete del colegio. Por el retrovisor podía ver el libro y la gente que se acercaba. El primero en pasar fue un hombre mayor que le dio varias patadas hasta darle la vuelta. No lo cogió y siguió su camino. Poco después paso otro señor que tras mirar a su alrededor tomó el libro en sus manos, lo ojeó y luego lo dejó sobre el muro. No tardaría en llegar una mujer con su carro de la compra y reparar en él. Lo tuvo en sus manos un momento y volvió a dejarlo en el mismo sitio. A partir de aquí empecé a mosquearme: - ¿Es que a nadie interesaba encontrarse un libro que gozaba de una buena presentación, muy diferente a las ediciones de bolsillo? – Al rato apareció una pareja de jóvenes y sin soltarse de la mano le dieron un vistazo sin tocarlo prosiguiendo enseguida su camino. Esto ya no era normal. Me quedaba el consuelo de que cuando salieran los chicos alguno se lo llevaría. Pero unos minutos antes pasó un jubilado y este si lo cogió, es más empezó a andar ojeando las páginas. De pronto se paró en seco y volviendo sobre sus pasos lo dejó donde estaba. Pensé que lo hacía por si su dueño volvía a buscarlo. Me estaba dando por vencido. Finalmente salió la tropa de chicas y chicos que enredados en sus escarceos pasaron olímpicamente del asunto. Estaba claro que este libro no gozaba del menor atractivo para que alguien quisiera incorporarlo a su lectura. Si su autor pudiera presenciar esto le daría una depresión ante test tan cruel. ¿Pasaría esto mismo fuese cual fuese el libro abandonado a su suerte?Cuando llegó mi muchacho le pedí que me acercara la novela que parecía abandonada por algún despistado. La cogió, miró sus pastas y el título y me dijo: - Esto es una mierda. ¿Para qué lo quieres?- Le contesté: - Pues para confirmar si es verdad lo que dices.
Hoy lo he tirado al contenedor para que al menos se recupere algo. De papel claro.